¿Es posible que me quede sin trabajo por lo mal que escribo?

En unas semanas empezará un nuevo curso y tendré la oportunidad de leer una gran cantidad de textos escritos por mis alumnos en diferentes ejercicios, trabajos, exámenes o entradas de foro/blogs. Si nada cambia, volveré a experimentar la sensación de que, las personas matriculadas en mis asignaturas, cada vez escriben peor y, además, les importa poco tener esa tara. Creen, que en el mundo dominado por los emoticonos y la taquigrafía de chat, no tiene importancia dejarse una “h” por el camino, permutar una “v” por una “b”, ignorar la existencia de las tildes o esparcir las comas y puntos como quien lanza serpentinas.

Quizás tengan razón… Pero mi intuición me dice que se equivocan. Yo creo que, en un mundo digital, se escribe infinitamente más que se habla y que la primera impresión de una persona no la da su imagen, sino cómo escribe.

Es posible que yo piense así porque soy “un tipo raro” o porque soy de otra generación. Es posible, que las personas que tengan que decidir si contratar o no los servicios de mis alumnos en sus empresas, sean tipos tan raros como yo o, muy probablemente, de mi generación.

Y si no lo creéis, leed este artículo en la HBR (https://hbr.org/2012/07/i-wont-hire-people-who-use-poo), que tiene un título tan explícito como este “I Won’t Hire People Who Use Poor Grammar. Here’s Why” y del que os extraigo unos fragmentos (aunque recomiendo su lectura íntegra):

“But grammar is relevant for all companies. Yes, language is constantly changing, but that doesn’t make grammar unimportant. Good grammar is credibility, especially on the internet. In blog posts, on Facebook statuses, in e-mails, and on company websites, your words are all you have. They are a projection of you in your physical absence. And, for better or worse, people judge you if you can’t tell the difference between their, there, and they’re.”

” If it takes someone more than 20 years to notice how to properly use “it’s,” then that’s not a learning curve I’m comfortable with. So, even in this hyper-competitive market, I will pass on a great programmer who cannot write.”

“I hire people who care about those details. Applicants who don’t think writing is important are likely to think lots of other (important) things also aren’t important. “

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2º Concurso de Ingenieria para estudiantes Ingenieros de Organización Industrial

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¿Me afecta el tema del plagio/deshonestidad académica si soy profesor de universidad?

Quiero aclarar desde el principio que no tengo ningún dato que me permita valorar si existe plagio (o comportamientos deshonestos) en la comunidad académica a la que presto mis servicios. Antes de valorar si esa falta de información me debe preocupar, voy a repasar, en calidad de profesor e investigador de universidad publica española, en qué aspectos me preocupa el plagio, qué necesidades de control detecto y cuáles serían sus requerimientos.

Para ello, tendré  en cuenta los diferentes roles que desempeño en mi universidad. Soy profesor en varias asignaturas de grado o máster y tutor de trabajos final de grado o máster; Subdirector de Investigación del DOE  y, por lo tanto, validador de los méritos científicos de las personas pertenecientes a esta estructura; Director Académico de los Títulos  GIOI y MUGESP;  miembro de la Comisión Académica del Titulo del Programa de Doctorado en Administración y Dirección de Empresas y editor jefe de la revista científica WPOM.

En la tabla siguiente relaciono los diferentes objetos, que me preocupan que puedan ser plagiados, con el rol que desempeño cuando los valoro.

Como punto de partida, creo que se necesitan dos cosas para acabar con el plagio o la deshonestidad académica: sensibilizara a alumnos/profesores sobre honestidad académica y tener un buen sistema antiplagio para detectar si alguien no se sensibiliza.

En el caso de memorias de trabajos académicos o preguntas de desarrollo me centraré en las que los alumnos entregan como documento electrónico, bien sobre plataformas on-line en situación de examen o en trabajo autónomo. Por ello descarto el poder detectar el plagio cuando entregan el trabajo escrito a “mano” (lo que tendría cierta implicación a la hora de reflexionar sobre las situaciones ideales para realizar un examen si quiero evitar el plagio). Lo que me preocupa en este caso es tener la seguridad de que los trabajos que me presentan mis alumnos son fruto de su trabajo y de su aprendizaje y no algo que se hayan “descargado” o “copiado y pegado” de documentos realizados por otras personas. Esto sería extensible a las propuestas de proyectos de tesis o a la propuesta de solicitud para acceder a un doctorado.

Para ello, considero imprescindible disponer de una herramienta admita documentos en texto plano, RTF,  PDF o en alguno de los formatos de procesador de texto habituales. Que detecte plagio, no sólo entre los trabajos de sus compañeros de curso, sino también de trabajos de otros años o de otras universidades/titulaciones, o de documentos accesibles en páginas web o de foros que requieran un login y password para acceder a los “servicios” y, por si fuera poco, que detecte fuentes en otros idiomas (es decir, el mismo texto en castellano, valenciano o inglés, como mínimo, pues los tres son idiomas oficiales de mis asignaturas).

Hasta el momento sólo he tenido la oportunidad de probar algunas herramientas gratis en internet, la versión gratuita de VIPER y la versión piloto de una herramienta de desarrollo local en la UPV (DOCODE).

Lo que he visto hasta el momento -ultima prueba en septiembre de 2014- no puede ser más inútil y más desalentador (por no poner adjetivos más negativos). Las plataformas web gratuitas son incómodas de manejar (hay que subir los textos uno a uno), muchas veces sólo admiten texto plano, no se puede subir un archivo, y limitan el número de palabras que permiten por “documento” o en todos los documentos revisados en un plazo de tiempo. Estos límites varían pero pocas veces permiten analizar un documento completo (solo unos pocos párrafos o páginas). Por otra parte, casi nunca detectan plagio (yo lo he probado subiendo una copia de textos que existen en internet con acceso público y no los detectan).

VIPER , en su versión gratuita 4.1.9, aparentemente supera alguno de estos problemas (al menos la de subir ficheros y varios de golpe), pero tiene una limitación de número de palabras por día. Además, el programa es bastante inestable, no permite subir documentos PDF (diga lo que diga su propaganda) y muy lento. Por otra parte los resultados no han resultado nada satisfactorios (son mejores que las páginas web o que DOCODE, pero insuficientes, por lo menos en la versión gratuita). Por ejemplo, tras descargar una página de wikipedia traducida en google translator, me ha detectado 3 fuentes de Scribd y otros servicios de trabajos de alumnos, pero no me ha detectado la fuente original. Además el programa no funciona bien con textos en castellano o textos que no estén codificados UTF-8 pues todas la tiles, “ñ” etc rompen la cadena de detección dejando unos porcentajes de similitud entre el 15%  y el 22% cuando en realidad es exactamente el mismo texto.

El programa DOCODE lo he probado con más detenimiento subiendo una batería de textos y los resultados son incluso peores que VIPER gratuito. He puesto un documento y su traducción al ingles y no detecta que son lo mismo (por lo tanto no me protege en absoluto contra el plagio entre idiomas oficiales en mis asignaturas: castellano, valenciano y en muchas ocasiones inglés, ni frente a traducciones de trabajos que localicen en la web). He descargado unos PDF de la web, los he metido en escalona y me salen solo parcialmente referenciados en la web cuando son una copia exacta en el mismo idioma. En otra prueba he descargado un documento del ministerio y otro de un repositorio, y las fuentes web que me cita son “wikipedia” cuando hace la definición de una de las frases en el contenido, en lugar de identificarme el documento que me he descargado de una web pública sólo 3 minutos antes.  He subido un PDF de un documento que está en un repositorio abierto en internet y no lo detecta como plagio. Por último, he metido dos TFG casi iguales, son dos versiones con mínimos cambios de un mismo alumno… y no me dice que son lo mismo.

No he tenido la posibilidad de probar Turnitin (y no se si es merecedor de la fama que tiene como el “mejor” sistema detector de plagio). Lo que si he podido comprobar es  que Trunitin es Caro, pero siempre me asalta la duda de si desarrollar algo que se parezca a Turnitin no será más caro todavía (y con el riesgo adicional que nos salga un producto que no resuelve nuestras necesidades). Por otra parte, en cosas como estas, dudo que un desarrollo local sirva de verdad para algo… Si no somos capaces de desarrollar un sistema que comparta mucha gente (la mayoría de las universidades de habla castellana: españolas y latinoamericanas, públicas y privadas…) esto será un coladero. Si lo compartimos muchos, el coste será mucho  menor (para mi esto debería ser un proyecto de software libre pagado por varias universidades o vía crowsourcing, para que realmente acabe siendo algo que se acerque o mejore a Turnitin). Hay experiencias de software desarrollado de esta manera (el que más lo necesita tira del carro y poco a poco se van enganchando otros que acaban aportando recursos o dinero para el desarrollo. Moodle, Limesurvey, Trello, son ejemplos de plataformas que se han creado así). Siendo algo que todas las universidades necesitan, supongo que habría masa suficiente para que aportando todos un poco, el proyecto vaya adelante… pero si en lugar de eso cada una opta por gastarse “su” dinero para crear “su” aplicación, al final no creo que logremos lo que se necesita y entre todos habremos gastado una fortuna para nada. Si no somos capaces de “pactar” un proyecto común (open) para algo que necesitamos y que, “necesariamente”, tenemos que parir entre todos para que sea útil y no deje resquicios al plagio entre universidades, creo que ya hemos perdido la batalla antes de comenzarla.

Y se trata de una batalla, desde mi punto de vista, importante. ¿Para qué me voy a esforzar como profesor en gastar mi tiempo en evaluar de manera fiable y justa unos trabajos, si no puedo tener la garantía de que el alumno que lo presenta es el autor del trabajo? Lo que ocurre es que, en estos momentos, no tengo ninguna herramienta para poder estimar si el plagio es un problema grave o no en mi contexto. ¿Hay mucho o pocos alumnos que plagian sus trabajos? Ni idea. Y no tengo forma de saberlo si mi institución no me proporciona unas herramientas adecuadas. Quizás habría que elegir una muestra de asignaturas y TFG/TFM, usar una plataforma fiable para analizar si hay plagio en los trabajos que han presentado los alumnos en los últimos dos años  (cueste lo que cueste no será caro porque estamos hablando de una muestra), y extrapolar los resultados para estimar si se trata de un problema grave o no.

Por otra parte, este problema no reside solo en grado… en posgrado y doctorandos parece que el problema también puede ser importante (  PH.D. IN “COPY-AND-PASTE”? Addressing the Rise of Plagiarism in Graduate Programs  ). No obstante, de nuevo habría que valorarlo, porque los autores de este informe son parte interesada en demostrar que el plagio es grave porque venden sistemas antiplagio.

También quiero aprovechar para reflexionar sobre el plagio de artículos científicos por dos motivos. Uno, es que en el máster y en el programa de doctorado donde participo, los alumnos pueden presentar su TFM o su tesis en dos formatos. Pueden hacer una monografía (en cuyo caso la detección de plagio seguiría un procedimiento similar al de los trabajos académicos que ya he comentado) pero también pueden presentar una colección de artículos.  En estos casos, se necesita un sistema especializado en detección de plagio de artículos científicos. Por otra parte soy editor de una revista científica y cada vez que se sube un artículo a la plataforma debería poder comprobar si es original o una copia de algo que ya se ha publicado. Y esto debería hacerlo antes de mandar el artículo a los revisores de la revista. Para que solo gasten su tiempo en aportaciones originales.

Por suerte, el mercado tiene una plataforma muy buena y probada para la detección de plagio iThenticate: Plagiarism Detection Software.  Pero, por desgracia, vuelve a ser cara (al menos para los presupuestos disponibles en el programa de doctorado, prácticamente cero, o en una revista OPEN JOURNAL que no tiene fuentes de ingresos). En este caso hemos podido contar con el apoyo de la editorial UPV para poder aplicar este sistema a los artículos remitidos a la revista a partir de 2015, lo que es algo muy de agradecer.

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La evaluación continua

Os voy a remitir a una entrada del blog de Angel Fidalgo que me parece totalmente correcta y lúcida. Durante los últimos 4-5 años he estado dándole vueltas al tema de la evaluación continua y sintiendo exactamente lo que Angel ha expresado perfectamente con palabras. Creo que cualquier profesor que imparta docencia en títulos de grado debería leerse el contenido de este enlace (no le tomará más de 5 minutos leerlo… aunque puede costar toda una vida conseguir ser consecuente con lo que ahí pone):

http://innovacioneducativa.wordpress.com/2011/11/12/%C2%BFque-es-la-evaluacion-continua/

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Competencias, capacidades y habilidades en la formación y evaluación universitaria

Actualmente estamos en un contexto educativo de educación superior (EEES/EHEA) donde la palabra “competencia” aparece repetidamente: formación en competencias, evaluación de competencias de los estudiantes, competencias a adquirir en determinado Grado o Máster…

Pero, al mismo tiempo, hay muchos docentes/gestores universitarios que reconocen públicamente que esto de las competencias les supera, que no acaban de entender en qué consisten o que no saben como aplicar este “concepto” en el desarrollo de su labor docente (en la creación de guías docentes o la impartición de la asignatura) al servicio del aprendizaje de sus alumnos.

Si trabajas como profesor universitario y tienes claro en qué consiste una “competencia” y eres capaz de diferenciarla de un “objetivo de aprendizje”. Es más,  eres capaz de formular competencias, evaluarlas e  integrarlas en el día a día de tu trabajo como docente (la D de PDIg), no es necesario que sigas leyendo esta entrada (salvo que quieras compartir como comentario cómo lo has conseguido, pues le vendría bien a más de uno).

Yo, con el permiso de los que saben de esas cosas, voy a intentar transmitiros mi visión sobre el asunto. Simplemente soy un usuario del concepto y os contaré cómo vivo/sobrevivo al cambio de paradigma (que en mi caso se inició sobre 1997) acerca del binomio docencia/aprendizaje. Estoy seguro de que algo incorrecto o  equivocado habrá en lo que voy a contaros, pues se trata de mi visión particular y no me dedico 100% del tiempo a reflexionar o pensar qué es una competencia o cómo integrarla en la pedagogía de la educación superior. Por lo tanto, no toméis esta entrada como un referente absoluto, sino como algo que igual os ayuda a pensar sobre un tema que os atañe.

Par mí, una competencia es un “saber hacer” complejo contextualizado. Podéis consultar esta referencia para más información al respecto:   Fernández March, A. (2010). La evaluación orientada al aprendizaje en un modelo de formación por competencias en la educación universitaria. Revista de Docencia Universitaria, Vol. 8, nº. 1, pp. 11-34.
Si el “saber hacer” es contextualizado, significa que los niveles de competencia adquiridos en un contexto quizás no se mantengan en otros. Por ejemplo, ser competente para conducir un coche en linea recta, no significa que se siga siendo cuando se conduce a alta velocidad en autopista. Del mismo modo, esta última competencia tampoco asegura que se sea competente conduciendo en carreteras estrechas de montaña con curvas y de noche, ni que se sea competente si se pasa a conducir en las islas británicas, si te has formado en continente europeo. Aunque sea insistir sobre lo mismo, pongo otro ejemplo relacionado con una titulación que me apasiona (el Grado en Ingeniero de Organización Industrial): tener la competencia de “dirigir grupos de personas” puede ser muy diferente cuando el contexto son personas que se dedican a ensamblar componentes en una empresa industrial, o  cuando se tratan de ingenieros en una empresa consultora, o cuando las personas están molestas con la empresa y no quieren hacer caso a su jefe.

Por otra parte, si las cosas que deben “saber hacer” los estudiantes son complejas, se necesitarán mucha horas para adquirir la competencia. Quizás muchas más que las que se disponen en los ECTS de una asignatura o incluso un curso. Por dar una referencia sacada de una charla reciente de Patricio Montesinos: si consideramos que se pueden establecer 5 niveles de competencia siguiendo el modelo de Dreyfus & Dreyfus (1980), pasar del nivel I (novato)  al nivel III (una persona competente en un contexto determinado), puede requerir de un mínimo de 20-30 horas de prácticas, más las hora necesarias para adquirir conocimientos. Pasar a los niveles IV (competente en varios contextos) o V (experto) pueden llegar a requerir 500-1000 horas de prácticas.

Primera conclusión que extraigo de lo expuesto hasta el momento. Las competencias pueden ser más o menos complejas en función del nivel al que queramos que lleguen los alumnos y los contextos en los que queramos que los alumnos sean competentes. Definir una competencia sin hacer explícito estos aspectos, probablemente sea un mal comienzo porque nos deja sin un referente claro sobre el que trabajar.

Otro aspecto que a mi me mareaba bastante es cómo integrar los conceptos de competencia, capacidad, habilidad y objetivo de aprendizaje. Hay personas para las que significan cosas distintas y suelen criticarte cuando formulas una competencia y te dicen “eso no es una competencia es un objetivo de aprendizaje”.. y tu te quedas como pensando … si, vale, pero a mi me sirve. Para otras, estos cuatro términos o al menos varios de ellos son sinónimos y describen la competencia como “la capacidad de… ” o “la habilidad de…”.

Yo no quiero ser muy quisquilloso con los términos. Como yo los uso, las competencias, capacidades y habilidades son tres categorías de complejidad contextualizada, es decir, una especie de matrioskas : una competencia se compone de varias capacidades y estas, a su vez, se concretan en varias habilidades (ver Marin-Garcia et al, 2013)

Los objetivos de aprendizaje son, para mí, la forma de concretar las capacidades y habilidades, estableciendo una meta a lograr. Y el logro de esta meta es posible medirlo de algún modo. Así, si mis estudiantes demuestran que son capaces (si, capaces) de superar los objetivos de aprendizaje relacionados con las capacidades y habilidades que componen una competencia, puedo sentirme razonablemente confiado de que la asignatura les ha servido para construir la parte de la competencia que  había decidido trabajar durante el curso. Y si no lo logran, puedo darles orientaciones de qué cosas deben trabajar y, al mismo tiempo, yo puedo reflexionar sobre por qué no lo hemos logrado y, si es necesario, hacer alguna modificación de la asignatura para el curso siguiente.

Al llegar a este punto, donde ya he contado lo que quería contar, me asalta la duda de si habrá servido para algo. Si resultará útil y ayuda a alguien o si, por el contrario, no he hecho más que contribuir con un poco de ruido a la confusión sobre estos temas.

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Hacer una bombilla con una botella de agua?

Pues sí, es posible. Conseguir que los alumnos con los que comparto el aprendizaje de Ingeniería [de organización] industrial pudieran “inventar” cosas parecidas a estas sería una de las cosas que me harían más feliz. Siempre pensé que, como mínimo, los Trabajos Final de Grado podrían ser un momento ideal para experimentar cosas como estas. Pero sigo sin saber cómo concretarlo

 

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Quién estaría dispuesto a pagarme por lo que me están enseñando en Grado de Ingeniero de Organización Industrial

Hace poco recibí un interesante correo de un alumno que estudia segundo curso del  GIOI (Graduado en Ingeniería de Organización Industrial). Me ha parecido muy estimulante su reflexión y quiero compartir con vosotros las ideas que me surgen a modo de respuesta a su inquietud (que creo que será compartida por muchos alumnos, quizás algún profesor y, probablemente,  algún empresario)

Empiezo plasmando su inquietud (con algunos retoque mínimos, incluyendo vínculos o matizando algunos datos)  y luego elaboraré mi respuesta.

Llevo ya un tiempo debatiendo junto con algunos de mis compañeros, ¿a dónde va a parar esta carrera?
Como ya he dicho, estoy a mitad del segundo cuatrimestre de segundo curso (con todas las anteriores asignaturas aprobadas); por tanto, podría decir que ya he cursado la mitad (más de un tercio) de créditos de la carrera. Mi duda viene en referencia a las salidas laborales que, en principio, nos ofrece este grado. Sinceramente, impresiona leer la descripción del grado en la página de la UPV, concretamente, el apartado “¿En qué trabajarás?”, además de su presentación por parte de Jose Pedro García, asegurando que ésta era una de las carreras con mejores salidas laborales que se estaba ofertando en Valencia. Pero tras dos cursos de organización industrial (22 asignaturas) no paro de preguntarme ¿Quién estaría dispuesto a pagarme por lo que me están enseñando aquí?. Me da la sensación de que nos enseñan un montón de cosas distintas pero sin llegar a concretar en ninguna, temas vistos por encima. De la parte industrial estudiamos situaciones tan simples e ideales como imposibles (no somos GITI). Mientras que por la parte de organización, únicamente hemos tenido asignaturas como empresa, FOE, estudio del trabajo o DSPL que ciertamente, son las que más me interesan, pero se quedan en simples introducciones y para ser el elemento diferenciador con GITI, muy pobre en cuanto a cantidad. Sé que aún quedan dos cursos (y medio) más por delante, pero realmente creo que en los dos que ya llevo en esta escuela, lo único que puedo decir que haya conseguido es facilidad con los números.

Te mando este correo porque he leído tu blog, he visto que te preocupas e intentas orientar a los alumnos y me gustaría conocer tu punto de vista sobre la pregunta que no paro de plantearme: ¿Quién estaría dispuesto a pagarme por lo que me están enseñando en GIOI?

En mi opinión debería haber mucha gente dispuesta a pagar por lo que se debe poder aprender en GIOI. Según el plan de estudios, el GIOI forma en teorías, técnicas y herramientas para analizar, modelar, diseñar, implantar y mejorar productos, servicios y procesos; aplicando herramientas de gestión de operaciones para lograr el menor plazo o coste y la mayor productividad, calidad, fiabilidad y eficiencia. Para ello, valorarán prioridades estratégicas, indicadores clave, recursos, la tecnología disponible, la responsabilidad social corporativa, los beneficios y los costes esperados; haciendo los cálculos, planes, programas, simulaciones etc. que sean necesarios, y liderando a las personas que participen en el proceso.

También podeís ser emprendedores y no depender de que alguien pague por lo que aportáis, sino crear una empresa y contratar a gente que os ayude a ofrecer un producto o un  servicio.

Es cierto que  es difícil ver el “producto final” en los primeros cursos. Podría haber sido de otra forma, pero el diseño curricular ha sido por asignaturas parceladas y eso hace que la relación entre ellas, a veces, no se vea. Este es uno de los problemas de no usar otro tipo de estructura. Pero, hasta donde yo conozco, sólo hay una universidad española que tiene un centro (la Escuela Politecnica Superior de Castelldefels -UPC-) con aprendizaje cooperativo basado en proyectos (en cada curso los alumnos abordan un proyecto de modo que tienen que aprender y utilizar los contenidos  de diferentes asignaturas para poder completarlo). Y en el resto del mundo, muy pocos centros ofrecen algo parecido (el origen son los estudios de medicina en la Mc Master University en Canada).

En el punto donde estás (2º de la carrera), sólo has cursado asignaturas comunes a la Rama Industrial.  Por lo tanto, no te diferencias apenas de ningún alumno que esté estudiando una Ingeniería de la rama Industrial. Las asignaturas específicas de tu grado se empiezan a estudiar en 3º. Eso es algo que viene del diseño de los planes de estudio (que, a su vez, venían “copiando” cosas del pasado). “Tradicionalmente” siempre se ha pensado que era mejor meter las asignaturas Básicas y Comunes de la Rama Industrial en los primeros cursos y dejar para el final las Tecnologías Específicas del Grado. Desde luego, es mejor para la organización docente de las aulas y profesores de la Escuela… pero es de dudosa sensatez desde el punto de vista de motivación del alumno, que tarda tres años en tropezarse con algo que se parece a lo que soñaba cuando eligió el título. En cualquier caso, es responsabilidad nuestra (de los profesores) el poder transmitir a los alumnos las conexiones entre las asignaturas Básicas/Comunes que impartimos, con el perfil profesional del Graduado que estamos ayudando a formar.

En mi opinión si una asignatura es Básica o Común de la Rama Industrial, es porque trata de contenidos esenciales que el graduado debe dominar para poder ejercer adecuadamente su profesión el día de mañana… si no, no serían asignaturas Básicas/Comunes.

Puesto que el GIOI es un grado de la rama industrial, las tecnologías industriales son una base imprescindible para formarte como profesional, lo mismo que la química, las matemática, la estadística o la física. Conocer reacciones químicas y polímeros es importante, porque es posible que trabajes en una empresa que aplique recubrimientos a piezas de diferentes materiales o que use plástico inyectado como fuente de materia prima (¿cómo afecta la temperatura de aplicación, reactivos, etc. a las propiedades finales de vuestro producto?). Debéis saber de electrónica porque vuestras máquinas tendrán (o tendréis que añadirles) PLCs para automatizar tareas (por ejemplo la captura de datos en tiempo real). La mecánica es importante para inventaros “tuneo” de máquinas o líneas para el SMED o para hacer puestos de trabajo más ergonómicos. Las matemáticas discretas son esenciales porque los algoritmos de optimización o programación parten de operaciones con matrices, vectores, determinantes o sumatorios. Si vuestra empresa hace mecanizados, deberéis saber el efecto que tiene el modificar los parámetros de velocidad de máquina en la calidad o productividad… y así con prácticamente todas las asignaturas de los primeros años de carrera porque la tecnología se compra (y tenéis que entender qué parámetros dar, comparar o discutir con el comercial técnico de vuestros proveedores) o se hace a medida en vuestras planta (adaptando la tecnología estándar a vuestras necesidades).

Es posible que muchos de vosotros acabéis/empecéis trabajando en una empresa del sector de servicios. En este caso, las tecnologías  más importantes serán tecnologias de “organización” y no tanto “industriales.  Sin embargo, también estaréis rodeados de tecnología e instalaciones industriales  (sea informática, energética o de cualquier otro tipo) y la forma en que la gestionéis afectará claramente a vuestros costes. Sin duda, en un hospital, hotel, banco, consultoría, etc.,  es muy probable que puedas mejorar el servicio que proporcionas si conoces las tecnologías que te permiten ser más eficiente o ser más eficiente a tu cliente.

Para finalizar quiero compartir este vídeo que me mostró una amiga, me parece que va en la línea de cosas que he comentado en este mensaje… y, en cualquier caso, lo considero un vídeo interesante por si mismo ¿te atreves a soñar?

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