Casi todo lo que leo sobre ventajas de IA aplicada a la labor de docencia universitaria (bueno a cualquier profesional) es que ahorra tiempo. Por ejemplo, las herramientas de IA podrían a generar material didáctico personalizado, proporcionar retroalimentación automatizada a los estudiantes o incluso ayudarme en la planificación de lecciones. Y todo esto, en mucho menos tiempo del que gasto ahora. Esto me daría la opción de reinvertirlo en una interacción personalizada con mis estudiantes.
No niego que pueda ser así, pero sólo si se cumplen algunas condiciones. Por ejemplo:
- Qué realmente me interese ir más rápido. A veces lo que necesito es ir más lento y más profundo. Pensar más en para qué quiero hacer o encargar algo y no tanto en tener ese «algo» preparado para distribuir
- Que no me obceque en que la IA lo acabe todo. Llega un momento que es infinitamente más rápido que yo entre a retocar a mano los últimos detalles, que entrar en un bucle infinito de iteraciones con la IA que muchas veces acaba en propuestas que cada vez son peores con cada iteración (hay un punto en la «elíptica» donde la IA y yo estamos más cerca que nunca… si sigo iterando pierdo el tiempo y «ajuste»). En mi caso cuando lo que obtengo se acerca al 80% de lo deseado ya no itero más y me meto yo a rematarlo. El 80% suelo alcanzarlo con 4-7 iteraciones de promts.
- Que vaya a reutilizar el promt o el procedimiento. Es como hacerte un «script» con cualquier lenguaje de programación. Si vas a usarlo solo una vez, es muy probable que acabes antes haciéndolo a mano que programándolo y comprobando el código. Pero a partir de un número de repeticiones, la inversión inicial acaba recuperándose
- Que mis estudiantes quieran una interacción personalizada. Intuyo (no tengo datos recogidos) que cada curso nuevo, mis estudiantes tienden a interactuar mucho menos conmigo. Si ahorro tiempo para poder invertirlo en una interacción que no se va a dar, quizás no tenga un impacto demasiado positivo en mi labor docente
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